jueves, 9 de septiembre de 2010

Bicentenarias costumbres

“Doy gracias a Dios por haberme dado una vida que no puedo desperdiciar”, si yo le preguntara ¿quién dijo eso,? Tal ves pensara que un intelectual, un líder de opinión, ganador del Heisman, del Osacar, un Nobel, Miss Universo o algún astronauta.


Una vida, es una oportunidad que solo es de ida, no tiene vuelta y quien esta consciente de ello sabe que no puede desperdiciarla. Aunque también podríamos decir que cada quien decide como “desperdicia” la suya. Volvió a salir a la luz que el TRI varonil volvió a armar una pachanga después del juego.

En la actualidad ser futbolista es un sueño para muchisimos, realizarlo una oportunidad de muy pocos, en este país, con la carencia de oportunidades, es como sacarse la lotería.

Ser seleccionado nacional no es un puesto político, pero es de alguna manera un cargo público. No viven de nuestros impuestos, pero lo que le da vida a su imagen es nuestro capital moral, que se transforma en capital mediático y de ahí a capital económico. Son, lo quieran o no, referentes, modelos a seguir, pero ante todo son representantes del país, son los “unos entre miles” que no llegan y que sueñan con estar.


En esta esquina quienes creemos que la pachanga y el deporte de alto rendimiento no combinan, en esta otra los que ven como normal que el futbolista se “divierta y relaje” después de la presión de un juego. En otra esquina los que se voltean para el otro lado pero les dan permiso Y en la peor esquina el deporte y sus valores.

A mi no me espanta ni me sorprende que lo hagan, me ofende por el respeto que le he tenido siempre al deporte y al concepto de selección nacional, me preocupa por que jugándola de esa manera va a seguir siendo imposible trascender individual y como equipo. Pero sobre todo me inquieta que por ser un uso, se convierta en una costumbre, de ahí en una norma y luego se nos pretenda vender como un valor deportivo.


No creo que países dominantes en lo deportivo le hayan gastado millones de dólares al estudio del desarrollo pleno de un atleta de alto rendimiento, para que el futbolista del TRI venga a descubrir el hilo negro diciendo que pachanguear ayuda o no perjudica para ser el mas “chipocludo”.

¡Ay bájenle moralistas todos lo hacen! Suena en un clamor popular ¿Por que todos los días peseros, taxistas, cafres y repartidores hagan su móndriga voluntad en las calles, debe la ley del “amachine” ser integrada al reglamento de tránsito o como valor cívico? ¿Por que los policías muerden y nosotros lo permitimos, “mocharse” con las autoridades debe integrarse a los deberes del ciudadano? ¿Por que lo mas común es ser homofóbico, racista o golpeador debe establecerse como valor social?

México esta plagado de historias de “tenía grandes condiciones pero le gustaba mucho la fiesta” ya el entrenador de Gio lo dijo hace poco. ¿Si es delito grave? No, ¿es lo ideal en deportistas de alto rendimiento? Tampoco. ¿Había que mencionarlo? Tal ves no pero una ves expuesto ¿hay que minimizarlo? Para mi no.

Genética y culturalmente somos un país que no puede darse el lujo de desperdiciar sus condiciones en fiestas y pachangas. No son servidores públicos para exigirles cuentas, pero si tienen un cargo público para pedirles respeto. O ¿cómo? ¿Por que siempre lo hacen los futbolistas debemos entonces aceptarlo, aplaudirlo o dejarlo pasar? Cada quien su vida, su carrera y me queda claro que estos campeones sub 17 están poco a poco decidiendo como hacer uso de su oportunidad. ¿Y Efraín Flores? Vela no le hace caso a lo que necesita su propio cuerpo, ¿le va a hacer caso a un técnico que es interino ante si mismo? ¿Y Nestor apa? Diciendo que como tenían permiso entonces se vale.

¡Ora si!Y pensar que atrás vienen tantos imitando ya los rituales, las costumbres con tal de ser parte del futbol profesional. Entrenemos entonces a las nuevas generaciones a pachanguear sin ser descubiertos, a rendir sin ser responsables, a saber dar mordida, a saberla pedir, a meterse a la brava en el tráfico, a evadir la justicia, a emborracharse sin que se te note, a librar el alcoholímetro, a rendir sin entrenar, a entrenar sin haber descansado, a jugar sin prepararse, a culpar a los demás, a ganar sin merecerlo, a minimizar lo importante, en pocas palabras, a darles ganzúas para abrir las puertas falsas.


“Doy gracias a dios por darme una vida que no puedo desperdiciar” la frase la dijo un futbolista mexicano, joven el “Chicharito” Hernández solo espero que esté claro si su gran futuro lo aprovecha o lo desperdicia en estas chanclezcas y bicentenarias costumbres.


No hay comentarios:

Publicar un comentario